ESPACIO THOT

Un espacio de reflexión, información y cuando se puede un poco de humor – Por Marina Pagnutti.

Archive for febrero 2010

Sincronía espeluznante

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Entre las 3 y 5 AM del sábado 27 de febrero (*)

Insomne miro una y otra vez el techo. Repaso una punta, la otra, y vuelvo a limpiar el cielorraso con la mirada. Es tarde. Demasiado tarde -pienso-. Y sé que hoy tengo que entregarme a la voluntad de mis pensamientos. Debería rebelarme. Pero mi mente se tomó una costumbre, por lo menos por las noches: abducir mis sentidos. Y eso definitivamente no me está gustando. Es más, lo detesto. Mejor me levanto…

4.30 De la cama al living

Estoy inquieta. Acelerada. Necesito pensar en cualquier cosa. Distraerme, comer algo, hacerme un té, darle de comer al gato, a la perra, pero desenchufar el cerebro. Hace unas horas escuché a Charly. Y como grabado en el inconsciente ahora me veo envuelta en mi encierro, en su música.

…Yendo de la cama al living
Sientes el encierro
Yendo de la cama al living.
Oh no no no
No hay ninguna vibración…

Tomo un libro entre los que tenía en mi mesa de luz y abro un capítulo al azar. No sé por qué, pero habla sobre el coraje y la alegría de vivir peligrosamente. Y entre sus páginas rebotan en mí las últimas líneas antes de volver a la cama para poder dormir.

[…La existencia no tiene principio ni final. Siempre ha estado ahí y siempre has estado ahí. Las formas pueden cambiar; las formas cambian incluso en esta vida…]

[…La muerte  es un salto cuántico de un cuerpo a otro, de  una forma a otra. Pero no es un final. Las formas vienen y van, y el río de la vida continúa. A menos que lo experimentes, no perderás el miedo a la muerte…]


Naturaleza

8.8 La escala que aniquila los sueños

«La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene.»
J.L.Borges

Inocentes, con ajena ignorancia, y en profundo silencio, se entrega un cuerpo, dos, tres, miles. Es pura confianza, por lo menos rutina, o porque tiene que ser…
¿Predecir el final? ¿Saber que es el último día?
La última cena, tu último beso, tus últimos anhelos, sueños, broncas, revanchas…
¿Cómo prever lo natural?
Solo una lo sabe y esa no soy yo.
Derrumbes replicados, triplicados, físicos y morales se unen a la tragedia, y de la misma manera, pero sin saberlo, otras vidas esperan su mismo destino.
Para algunos, la peor hora empieza a las 3 de la mañana. En cambio, para otros, el mediodía es más amenazante.

16hs – La cínica

Hasta el momento, el rústico y fino trabajo ejecutado por sus tempestuosos pulmones, se cobró las víctimas que con anticipación señaló. Su alimento y razón de ser.
Hoy se llevó más de 700 almas que nada provocaron.
Ayer 230 mil. Sin duda, por aquellos días su estricta dieta apuntaba a devorar un flaco banquete más muerto que ella, y que en vida mantuvo sojuzgado para el deleite final. El físico no es el problema, sino su anorexia emocional.

17.45 – Esperando el Tsunami

-Por favor, contame qué ves en estos momentos -pregunta la conductora a una posible futura víctima del tsunami, que vacaciona en Maui, Hawaii.
-Veo como el mar retrocede y el cielo se está oscureciendo -contesta con voz quebrada la fulanita disciplinada.
Como las autoridades locales habían anunciado que a las 18 horas la ola gigante taparía la isla, desde el sur, nuestro punto sur argentino, la conductora no hacía más que estirar y estirar y estirar, por si en el mejor de los casos, conseguía la mejor cobertura del drama, gratarola y por teléfono.
«No es fácil hacer un vivo», dirían quienes pasan por la exposición de las cámaras. Y digo, hacerse el vivo ante un inminente cadáver, ¿sí?
Quiero creer que la sensibilidad desconoce de formatos, y sólo sabe cuándo actuar.
-Qué sentís, qué pensás en estos momentos, qué mensaje querés dar, cómo llegaste, cómo crees que te vas a ir, cómo, por qué, y decime, contá -insiste la conductora esperando escuchar algo vibrante.
-Uy, a ver…  esperá. Sí, acá mi novio me dice que las olas están impactando en la costa. -balbucea con interrupciones.
-Fulanita, ¡¿Ya llegó el Tsunami a Maui?!, ¿Estás bien?, ¿Qué sentís?. ¡Contá! -repregunta la conductora, sin saber que a esta altura el espectador tiene un surmenage en la cabeza entre la catástrofe y el cinismo.
-Estoy nerviosa. A ver… (silencio)

Mientras, la conductora arroja datos.

El Tsunami puede impactar en segundos. Se estima que puede abarcar una magnitud de ocho olas. Los lugareños se encuentran resguardados en sus casas o locales. Otros buscan combustible, provisiones. Las olas pueden llega a los 4 metros…

(fulanita retoma la conversación)

-Parece que impactó en otra costa, ya pasó. No sentimos nada
-¿Cómo que no?
-No, no, parecía que estaba por impactar aquí, pero fue en una costa cercana, pero con olas de baja intensidad.
-Bueno, bueno, gracias fulanita. No tenemos más tiempo. Vamos a un corte por favor.

Colapso final

Dolida por los que se fueron. Aliviada por lo que no fue, y engañada por las ofertas mediáticas. Una vez más me encuentro obnubilada por la normal irracionalidad. Y tras aniquilar cruelmente a una transeúnte milenaria, de fuleras mulitpatas, otra vez comprendo que mi adaptación tiene sus límites. En ciertos juegos no pacta.

Y a vos te digo… Dama de las sombras, por lo menos hoy, no pases a buscarme.

(*) Crónica de una normal inadaptada (5)
Por MP

Written by elthot

febrero 28, 2010 at 5:33 AM

Mundo Grúa: Acarreos millonarios

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Las empresas Sistema de Tránsito Ordenado (STO) y Sistema de Estacionamiento Controlado (SEC) cumplieron 9 años sin un nuevo llamado a licitación. No solo circulan por las calles porteñas con contratos caducos, sino que aumentaron las tarifas del servicio.
Dakota SA, controladora de STO, que actúa al norte de Av. Corrientes, y BRD Sacifi, que controla SEC, que opera al sur de esa avenida, desde el 2001 hasta el presente, por mes recaudan 3 millones de pesos, de los cuales solo 20 mil destinan como único pago a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Ambas compañías comenzaron a operar a partir de la concesión otorgada por el ex Intendente Carlos Grosso en 1990 y que, desde 2001, finalizó.
Los años y las distintas políticas de gobierno prefirieron abordar el tema de costado y extender los plazos con prórrogas, que a llamar a licitación. Sin duda, una complicación que de no llegar a una resolución en el corto plazo, podría generar un impacto en la gestión PRO.

Mapa del acarreo

– El permiso de acarreo realizado por STO y SEC venció el 21 de febrero 2001, tras iniciarse en junio de 1990.
– Un fallo judicial intimó en 2004 a Aníbal Ibarra a llamar a licitación en 60 días. La Justicia pretendía que se regularice la situación.
– Un informe del Ente de Servicios Públicos de la Ciudad en 2002 sostiene que las empresas recaudaron 6,3 millones de pesos por los parquímetros, y más 3,5 millones de pesos por los acarreos.
– La vieja licitación tenía una tarifa congelada de 90 pesos. El tema se encuentra en la Justicia porque los concesionarios argumentaron aumentos de  costos en personal e insumos.
– Al asumir, Macri les elevó el canon. Las empresas pasaron de pagar mil pesos a 10 mil cada una.
– Las compañías tienen dos ingresos: $1,40 por estacionamiento, y $190 por el acarreo.
– Las señales son poco claras. Carteles con diferentes mensajes: permiten el estacionamiento sobre la mano derecha, lo prohíben durante las 24 horas sobre la izquierda, y sobre esa misma mano, dan vía libre para dejar los autos.

Ver nota completa

Autor: Marina Pagnutti
Fuente: Diario Buenos Aires Económico (BAE)  21/02/10

Written by elthot

febrero 23, 2010 at 10:28 PM

Crónica de una normal inadaptada (4)

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7.30 – Un Mundo Mágico de palos y basura

Mi amanecer fue de terror. Y esta vez adelanto que el pie izquierdo no tuvo la culpa. Sino que un violento cachetazo oral, proveniente del exterior, a metros de mi ventana llegó a mis oídos como navaja brava.
Una mezcla de alaridos orientales, insultos criollos, con ladridos y roturas de vidrios, alteraron mi primera mañana.

-¡Cuántas veces te dije que esa basula no es mía! ¡Por qué la ponés ahí! ¡Me tenés halto, haltoooooooo, sacalaaaa ya! -lanza endemoniado mi vecino oriental, dueño de Mundo Mágico, un negocio de esparcimiento infantil que linda con mi edificio.

La furia china tenía un objetivo claro y el destinatario era mi portero.

Es complejo iniciar a tempranas horas un diálogo en profundidad con una misma. Todavía no se entiende si se está ante una prórroga extendida por Morfeo, en un bonus track, en un episodio crucial de ‘Elige tu propia aventura’ -con altas chances de elegir el camino a la perdición-, o realmente estás escuchando el grotesco espacio compartido entre los otros y tu vida. La pura y más insalubre realidad.
Entonces, ¿qué fue lo primero que atiné a hacer? Con el estómago vacío, la cabeza alborotada, la verdad que no mucho. Más bien me dediqué a observar.
Prendo la caja boba y ubico el canal que muestra la calle, la entrada y escenario perfecto que registrará uno de los hitos célebres del cine barrial.

-¿Otra vez este hombre está en el ojo de la tormenta? -pienso sobre el portero.
-Pero este chino está muy loco. ¿Qué le pasa?
-¿El encargado se le habrá insinuado a la mujer de ojos rasgados? -me pregunto, en estos tiempos de fusiones amorosas.
– ¿El chino y la china experimentan una crisis emocional, y evitan enfrentar una sesión conyugal tomando al pobre portero como chivo expiatorio?

No lo sé. A duras penas convivo conmigo, menos puedo entender que tiene un oriental en su cabeza.

Acto seguido. Se viven 15 minutos de extrema tensión. El chino culpa al portero por dejarle la basura en la puerta de su casa y el portero contesta que esa bolsa nunca la dejó allí. No se entienden, se odian un poco, se amenazan. Una riña de gallos malevos tratando de conquistar el poder en la cuadra.
Luego, entra la china en acción…

– Eh vos, ¿qué?… ¿me vas a pegal?, ¡poco homble!
– Señora, qué está diciendo -contesta azorado el empleado.
– Dale, vení… -provoca la mujer.

Dos contra uno no es justo. Con poca velocidad de respuesta al sorpresivo tsunami, el encargado atina a decir

-Mejor que no vea a tu perro cerca. ¿Entendiste? A ver si le pasa algo -amenaza.

En ese instante el chino retoma la posta, busca la bolsa, toma impulso y como escupitajo de guanaco, arroja la basura en la entrada (logré distinguir unos bidones de Espadol, unas latas y algunos envases de gaseosa).
Antes de embocarlo, el portero ni lo duda. Toma su arma -la más letal que posee- el secador de piso y se lanza como espadachín a la tarima.
Y tan simple, tan delgado como se ve, ese palo que solo es contenido por una goma recta en su extremo, de pronto se convierte en la punta de lanza de un avezado cazador.
Es ahí, en el punto más comprometido de la batalla, que la china y su perro entienden que en esta pelea, solo por única vez, los hombres son quienes instalan las reglas y deciden enloquecer solitos.
Resultado: El chino se desquitó un poco. El portero lo amenazó y lo echó. Y sentaron jurisprudencia vecinal. Casi un empate técnico.
Raro despertarse así. Si me cuesta arrancar un día normal, ni hablar de esta manera. ¿Salgo a quejarme por ruidos molestos? -especulo por un momento-
No, mejor no, me van a tratar de inadaptada. Preparo mi desayuno y listo.
Gracias a mi vecino, creo que un buen té verde me vendría excelente. Hoy, pude comprobar las propiedades energizantes de la infusión. Algo mágico. A las pruebas me remito.

18.30 –  La justa mordida

Lluvia torrencial por Palermo. De esas que no paran durante media hora y a la cual estamos sumamente agradecidos todos (incluida) a la mano industrial y al recalentamiento global.
Plena avenida Santa Fe, a metros de calle Armenia. Un encargado de edificio (otro) se encuentra limpiando como todas las tardes. Se dispone a baldear la vereda -bastante sucia- con cuanto producto encuentre; para luego, continuar retocando el interior del palier. Pasa una y otra vez el trapo, lo deja lustroso radiante, sequito lindo para que nadie se resbale. Todo un ejemplo del buen aseo.
Pero, al cabo de cinco minutos, uno de los tantos habitantes del lugar hace su ingreso. Un chino (que es otro) con los zapatos mojados y enchastrados de barro, pasea orondo por el largo pasillo, sin reparar en la impoluta limpieza.
El portero, amablemente, le pide que se quite los zapatos o que se los limpie sobre un trapo antes de entrar. El chino se rehúsa. Se lo reitera de buenos modos, hasta que irremediablemente llega el insulto nuestro de todos los benditos días. Puteadas de aquí y del más allá.
Por segunda vez en la jornada, el secador, esa arma de doble función entre la limpieza y la defensa, aguarda estática sobre la pared.
Pero, con la precisión que otorga la cultura milenaria, la locura asiática es liberada de manera estrepitosa sobre el cuerpo del encargado, haciendo foco en una de sus extremidades. Lo que el cuidador de edificios no imagina, es que el descendiente de la dinastía Ming utilice una popular herramienta conocida por todos, pero que nadie manipula como él.
Sin preámbulos y directo al grano, el muchacho de ojitos planos abrió su boca y apuntando al brazo asalariado lo mordió con furia, dejando impresa una radiografía de su fuerte dentadura. Sin duda un giro inesperado, creativo y digno de estudio.
Luego llegó la denuncia policial. Amonestaciones para uno y miramientos para el otro.

Me pregunto si la soja y el arroz son suficientes para nutrir y fortalecer esos blancos dientes. Más tarde me pido un chow fan.

A esta altura, supongo que la fusión cultural tendría que canalizarse por otra vía. O como siempre, mi falta de adaptación no comprende la evolución del mundo.
De todos modos, creo que unas intensas clases de manejo de secador no vendrían nada mal, y ejercitar la dentadura tres veces por semana ayudaría a evitar futuras agresiones.

Permiso. Voy a llamar al encargado. Ya vuelvo.

(Autor: MP)

Written by elthot

febrero 21, 2010 at 7:57 PM

Crónica de una normal inadaptada (3)

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Suspendida en el espacio, entre un Orb y mi perra (con mi madre)

-¡Definitivamente este animal no es normal! -grito fastidiosa.
-¿Pero que pretendés que haga?, es una perra no un ser humano -responde mi progenitora, tratándome como siempre de alterada.
-¡Pero no puede detenerse baldosa por baldosa! Las mide, las huele, las lengüetea, las marca. ¿Cómo puede disfrutar este bicho? Desde que sale de casa hasta que regresa, si levanta el hocico un par de veces es mucho. Ladra al aire, llora si detengo la marcha. Es rara…
– A ver, cambiemos la onda. Calmate un poco. ¿Por qué no me mostrás las fotos que sacamos recién? -propone ansiosa mi madre.

Para entender un poco el abrupto corte de ella sobre mis -últimamente- habituales quejas, tendría que remontarme a sus vacaciones. Resulta que en enero viajó a las sierras cordobesas, y lo que descubrió allí alteró su presente, y ocasionalmente el mío, que la tengo que escuchar con suma atención cuando habla del tema.
Como en la mayoría de sus fotografías salieron globos, esferas trasparentes y de colores por todos los recovecos de las imágenes, después de mucho debate veraniego entre compañeros de excursión, ella y los que estaban en el hotel llegaron a la misma conclusión: ¡son seres inteligentes que quieren comunicarse!

Y claro, frente al nuevo fenómeno,  ¿cómo aquietar los pensamientos? Naturalmente brotan . Y  comencé a cuestionarme…

-Ya le dije que pudo ser un efecto del cambio de temperatura, o la lente sucia, o que el flash rebotó generando un efecto visual. ¿Qué más le puedo decir para que desista del delirio?
-Mmm, pensá lo que le vas a contestar, porque te va a mandar las frases de siempre. «Sos muy cerrada», «¿y la imaginación?», «lo que pasa es que no entendés nada», o «ya sabía que me ibas a decir todo eso, para que te cuento», más todas las respuestas de manual de madre con una sobredosis de obsesión y excusa perfecta.
-Ok. Le voy a seguir el juego -pienso, para evitarme el tormento.

Entre mis reflexiones, las paradas obligadas de la perra, sus efusivos ladridos y los enredos amorosos caninos; a lo lejos, escucho a mi madre con el mismo rollo y sacando fotos (con la cámara que me hizo llevar al paseito) a cuanto objeto se le cruce en el camino. Piedras, copa de árboles, postes de luz, al cielo, a las bocacalles, a mí -cuando me usa de marco de referencia-, a la perra, a lo inmóvil y movible.
Luego mira el trabajo consumado, repasa las imágenes, las estudia y confirma sus propias teorías.
En mi fuero íntimo me pregunto si será un mecanismo para sentirse más acompañada, o simplemente son los efectos colaterales de vivir en la ciudad. Temo. Pienso que puede ser hereditario y que a mi natural inadaptación ahora se sume la alucinación. Sería grave, sin duda.
Cuando nos despedimos de la vuelta al perro y la furtiva sesión fotográfica, en casa, y fiel a mi curiosidad, busqué el fenómeno del que tanto habla. ¡Y como lo supuse!, el caso familiar no era el único. Encontré más imaginativos de lo que creía. Grupos enteros de personas con gran apertura mental e ilimitado juicio. ¿Tendré que aprender de ellos? -me pregunto-.
Según las mentes abiertas, esas esferas voladoras o globos que salen en las fotos y en videos se llaman Orbs. Vendrían a ser algo así como seres inteligentes que nos rodean por doquier. Es vida. Es la cuarta dimensión. Un portal al más allá. Mensajes que tendremos que descifrar… ¿Quién lo sabe?
Supongo entonces que Twitter, Facebook, Buzz y los mensajes de textos ya no alcanzan para comunicarnos.  Parece ser que para entenderse de verdad, sin interferencias, y a prueba de error, la posta ahora la toman los Orbs.
Confieso que me supera un poco.
Por momentos divago y medito cómo sería esta nueva vía de comunicación. ¿Quién se quedaría con el negocio? ¿Google? ¿Slim? Uff..
Ruego que si alguien logra contactar a uno, decodifique el mensaje y lo mande en cadena. Si rebota, por favor avisen en portería. Mi encargado, desde la quietud, tal vez sepa de que se trate.

Acá va una muestra…

Es tarde, de noche, llueve y mi perra me mira sin dejar de ladrar. No sé que quiere, pero me confunde y altera mis coloquios. ¿Me estará avisando que entró un Orb a mi sistema? ¿Se estará comunicando con uno? ¿Será uno de ellos?
¡Servicio técnico por favor!
Heeeeelp.
Esto es muy extraño…

(Autor: Marina Pagnutti)

Written by elthot

febrero 20, 2010 at 8:10 AM

Crónica de una normal inadaptada (2)

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22hs. Caminata, animal planet y bajón

Son las diez de la noche de un miércoles de febrero. Todavía no cené y decido escribir unas breves líneas antes de enloquecer y darme cuenta de mi neurótico presente. Fiel a mi estilo, hoy comienzo por el final del día. Estoy cansada, famélica y con varias tareas por delante, de las cuales me faltan por concretar la mayoría.
Por un instante pienso que hace una hora atrás estaba caminando a paso veloz por la avenida Libertador. Sin duda, un recoleto camino de calles amplias, arboledas frondosas y fachadas arquitectónicas de sencilla majestuosidad. Típicas fortalezas de la modernidad.
En realidad estaba llevando a cabo mi único ejercicio físico consciente de la jornada. Ese mismo que comenzó en enero de este año y como cosa rara continúa en el verano. Puedo afirmar que a esta altura del partido se convirtió en una rutina -palabra que detesto-, y que mi cuerpo me la exige.
Como siempre intento huir de mis coloquios internos (cada vez más inmanejables) y busco entretenerme, agotarme más de la cuenta, y de paso, robarle unas horas a Cronos. Ese impiadoso inmortal, frío y devorador de sueños que consume todo a su paso.
Camino y sigo caminando…
De repente veo lombrices gigantes desparramadas por todo el parque, entrelazándose con algunas frías figuras de bronce. Esculturas adaptables. De día, decorativas. De noche, barra de ejercicios.
Me asusta ver como sistemáticamente los animalitos retuercen sus cuerpos para un lado, para el otro, hacia arriba, hacia abajo. Algunos con ritmo, otros desincronizados. Todos buscando el mismo fin: perpetuarse como narcisos.
-¿Será la hora en que Cronos duerme y Narciso juega a reconstruir los pedazos ajeados? -pienso al verlos dispersos por el pasto.
-No, nena. ¡Es que salieron de las oficinas y se retuercen para demostrarse que están vivos! Es que con tantas horas de anestesia se olvidan que existen -me respondo.

En mi única parada obligada por un semáforo, noto que una tremenda bolsa de arpillera blanca, sucia y cargada de esfuerzo humano viene descontrolada hacia mí. Por un instante me tranquiliza saber que no era un ser verde ni lejano amigo de Zerpa. Pero me amargo al ver -oler- un rascacielos de basura en su interior. Es el material que les da sentido a quienes manipulan la bolsa. Un emprendimiento surgido de la necesidad de los excluidos.
Mientras las lombrices se retuercen por el verde, observo como las bolsas monitorean la ciudad en busca de desechos de otras lombrices.

-Mirá, inadaptada! esa lombriz ni se enteró que el hombre de la bolsa pasó a su lado.
-Claro, un simple mecanismo mental: no veo, no siento.
-¿Pero los de la bolsa tampoco ven las lombrices?
-No, porque están tan ensimismadas como ellas. No ven y no sienten. Miran lo que quieren mirar.
La angustia me invade al registrar como el grotesco cuadro visual encastra con lo inaceptable. La inhumanidad que resisten los manipuladores de bolsas, con la frialdad deportiva de los gusanitos.
Dicen por ahí que la vida es una rueda y que la indiferencia de hoy será el karma de mañana.
Lástima que los bolseros no puedan notarlo. El tiempo no les da tregua y la urgencia es la sobrevivencia. Y una pena que las lombrices fibrosas no lo adviertan, pierden la oportunidad de humanizarse.

Mas temprano, entre las 8 y las 20

Prendo la TV y comienzo el zapping furioso. La primera vuelta es general, o sea, un repaso por todos los canales de aire y cable. Pispeo la capacidad ilimitada de ofertas que no necesito y que la caja boba me regala día a día. Un surtidito de noticias, culebrones, enlatados políticos, de origami, de hágalo usted misma, viajes, de reiki, de historia, películas sin renovar, promesas de estreno, canales latinos, europeos y vuelvo al que apunta a la entrada de mi edificio. Sigo curioseando como el encargado pasa la franela por el portero, le saca lustre al bronce (con dos pasaditas superficiales va bien, si pasa alguien mando una extra) -pienso, que piensa.
-Este tipo tiene un buen laburo -reflexiono.
-Es muy social, está en contacto con la gente, analiza la vida desde la quietud, se fuma unos cuantos puchos, intercambia información interna y externa. Lo que llamaría un verdadero experto en Relaciones Institucionales, con un fino manejo del house organ innato -sigo conversando conmigo.

Luego viene la segunda pasada, más fina, focalizada hacia el mundo de las noticias. Y es ahí donde detengo mi interés, en observar la variedad de las pocas novedades de siempre. Pero a veces, cada tanto, tenemos algún creativo desequilibrado que nos tiene en vilo unas cuantas horas del día. Después, más de lo mismo: Peleas entre políticos reciclados de la UCR, el PJ, las internas de unos con los otros, la suba de precio, la inflación, las lluvias, las posibles candidaturas de la nada y el tiroteo nuestro de cada día.
En esta ocasión, la historia de hoy la protagonizó un loquito que en diez horas logró sus 15 minutos de fama. O si se quiere sus 600 minutos de gloria.
Un chico de 23 años mantuvo cautivos, en una casa velatoria, a una mujer policía, a los clientes y a otros dos efectivos de la fuerza policial. Horas más tarde, y con final feliz, el ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli aseguró que “se trató de un desequilibrado que había querido ingresar varias veces a la Gendarmería y no lo había logrado. A eso se sumaría que habría tenido un desengaño amoroso en los últimos días”. Puso punto final a la fama del malevo.

Sigo buscando, tratando de entender una parte de la realidad de la cual no quiero comprender.
-Me pregunto si de verdad soy una inadaptada.
-Creo que sí. Por momentos me veo normal, pero sufro graves trastornos de adaptación.
– Y digo, ¿se puede ser normal en un mundo de bolsas rodantes y lombrices anabolizadas?

No vacilo más. ¡Soy una inadaptada natural!

(Autor: Marina Pagnutti)

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febrero 18, 2010 at 6:41 AM

2015, el gigante y el cuarto poder

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Un adelanto de lo que en tan  sólo 5 años puede pasar.  Como el caudal de información, minucioso y específico,  obtenidos por plataformas como Google continuará desafiando y transformando la actividad profesional y social. Destripamiento, invasión y violación a la propiedad intelectual, dirán algunos medios periodísticos.  Mientras que otros buscarán la manera de dar batalla. En 2015 ¿nace otra forma de ejercer el  periodismo? ¿Epic será el canal y la respuesta a una nueva manera de comunicar? Mucho no falta…

Written by elthot

febrero 18, 2010 at 2:02 AM

¡Tres fiestas para leer!

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Una selección de crónicas periodísticas de las tres festividades más importantes de Colombia. El libro recopila las mejores 15 crónicas escritas por los participantes, en su mayoría internacionales. (Diario El Tiempo)

La publicación es fruto de los talleres organizados en  2009 por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y Colombia es pasión.

DESCARGAR LIBRO COMPLETO

Written by elthot

febrero 17, 2010 at 12:00 AM

Crónica de una normal inadaptada

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Trivialidades mentales (entreteniendo la ira por 30 minutos)

9.30 Templado y parcialmente nublado en el neurótico verano de Buenos Aires.
El primer destino del lunes es la city porteña y al instante la reflexión del día: Lo razonable a veces no es el camino correcto.
Por una cuestión de tiempos tomo el subte D hacia la última estación Catedral para llegar en 25 minutos a la fauna más urbana del país. Sí, ese infierno espantoso al que todos intentan evitar por calcinamiento precoz.
Llega el tren y bueno, decir que estaba repleto no es nada nuevo, pero que no entraba casi una uña era llamativo. Y obvio ¿qué hice? lo dejé ir, como otras tantas cosas en la vida. Esperé el otro, ya con una demora importante de 10 minutos. Y bueno, total el que viene seguro estará más vacío -pensé-. Me equivoqué, aunque no tanto, un par de humanos menos creo que había.
En fin, entorné los ojos, apechugué la paciencia y entré. A continuación todas las alucinaciones mentales de una víctima subterránea. Un monólogo interno, descriptivo, y sin duda, asquerosamente estúpido y repetitivo.
-Uf por dios que calor que hace acá! ¿Quién cuernos me mandó a tomarme esto?!
-Bue, listo, tranqui, llegás al toque. Si te hubieses tomado el bondi tardabas 40 o más.
-Sí… es verdad.
-(a los 3 segundos) El que está a 2 centímetros de distancia me está pisando mal y se hace el gil. Emana un vaho tan sofocante que hasta un esquimal lo odiaría, y encima mira de reojo, mal.
-Ok, bueno, pensá en otra cosa…. A ver, cuando llegue me compro algo para tomar, una revista, practico unas cuantas respiraciones profundas y listo. Como nueva. Afuera debe estar divino.
-Ay, pero como me gustaría estar en un campo -pero que boluda, ¿por qué no acepté este fin de semana irme a 70 kilómetros de la ciudad?-, a sí, ahora recuerdo que decidí ir al barrio chino por el año nuevo, la llegada del tigre. Sin dudas algo sustancial en mi vida ¿?
-Uff  loco pero que pasa! ¿Por qué va tan lento esto? Me quiero bajarrrrrrr yaaaaaaaa!

En ese instante comprobé que me estaban observando. Sin decir una palabra el que está en sintonía o viviendo el mismo calvario que vos te caza al vuelo. Me descubrió. Pero, ¿tan evidente era?. Él notó que estaba sumergida en un coloquio interno, y de repente iniciamos un improvisado diálogo gestual: Ojos, muecas de fastidio compartidas, ambos observamos como en el otro vagón una chica se desmayaba (estuvo 2 estaciones inconsciente) y no podíamos hacer nada, a duras penas podíamos estar en pie, y en la próxima estación nos despedimos con una ceja elevada en símbolo de ‘un esfuercito más que ya llegás».

-Ay querido pero correte un poco -pienso en esa frase durante todo el recorrido, por lo menos unas 5 o 10 veces.
-Me estoy sintiendo mal. Me bajó la presión. ¿Terminaré como la chica del otro coche?. No, no, desayuné bien, estoy bien y estoy por llegar. Pensemos en otra cosa. Cuando vuelva me tomo el bondi, definitivamente.

En la estación 9 de julio, además de tener un nombre tan patriótico, llega el oxígeno al vagón. La mitad de los pasajeros se bajan para las combinaciones a otros infiernos de la ciudad. (El olor de esta parada es un tema aparte)
La transpiración que provoca el viaje debe ser el equivalente a un partido de fútbol, tenis, voley o una descarga feroz de adrenalina por un susto, porque no hay nada de placentero en todo esto.
En el destino final desciende toda la marea humana que intenta salir ilesa por los accesos, a paso de tortuga, y  asomándome a la superficie de las avenidas, juré no pisar por largo tiempo estos viajes del submundo.

Encuentros superfluos

10.30 Hora de llegada, con un leve retraso, pero aceptable en estos tiempos y con estos servicios.
Doy mis datos en recepción, me dan una tarjeta de «Visita» y me dispongo a subir a la reunión.
-Buen día, tengo una entrevista con fulanito, soy pepita.
-Ah, bueno, tomá asiento que enseguida viene.
-Ok, gracias.
Esos minutos fueron los mejores de la mañana. Fui bendecida por el aire acondicionado del lugar que estaba al mango. Unos minutos, los necesarios para recobrar el alma al cuerpo, ya que el sauna mañanero no es mi fuerte y la presión me estaba jugando una mala pasada. Que invento maravilloso el aire artificial, un poco caro, pero como ayuda en estos días.
De repente llega mi entrevistador.
-Hola que tal, soy fulanito, vení pasá por acá -se presenta con paso canchero, de altura pequeña y con una panza prominente que lejos está de acompañar su diminuta contextura.
El motivo era una entrevista laboral por mi experiencia y para solucionarles los incendios a ellos. Algo que sin duda estoy acostumbrada a hacer y casi a esta altura me aburre hasta explicar…
Sin entrar en mayores detalles de los motivos del trabajo en sí, las funciones -que fulanito ni detalló, pienso que tampoco sabía bien que estaba buscaba-, ni demasiados preámbulos la entrevista duró unos escasos 15 minutos.
-Contame flaca que hiciste.
-¿Perdón? -pensé-, creyendo que el sacrificio hasta aquí tendría que valer la pena y ya estaba sintiendo un incipiente olor a fiasco (difícil de describir)
-Mirá estoy trabajando para tal, para X y para Z. Puedo manejar mis tiempos. Hice esto y aquello.
-Aha… Ah, estudiaste en tal lado!
-Sí, ahí mismo.
-Mirá vos, yo también, pero no terminé -lanza rápido fulanito como demostrando que fue la mejor decisión que tomó en su vida.
-Bueno, no sé, preguntame que querés saber. Ya te expliqué un poco en lo que me encuentro actualmente y lo que hice en otros lugares. Me gustaría saber que necesitan ustedes.
-Y mirá, esto hay que cambiarlo todo. Yo estoy a cargo hace seis meses, pero bueno, es un trabajo full time e integrador. Hay que cambiar la estrategia de comunicación.
-Si, entiendo -deslicé tibiamente-, escuchar y descifrar las definiciones de un puesto que ni él mismo sabía especificar me puso nerviosa. Sin duda ya estaba mentalmente pensando en el exterior del edificio.
Insisto en mi objetivo, ya que no podía creer que del otro lado no supieran ni preguntarme lo más básico de una entrevista.
-Necesitas que te especifique algo más, preguntame lo que quieras. Si querés te cuento sobre esto y aquello
-Bueno dale…..  (silencio)
Paso a detallar otros datos relevantes y en la tercera frase puse punto final al sinsentido.
-Bueno fulanito, si necesitás algo más decime.
-Bueno flaca, estamos en contacto.

En contacto me encantaría poner tus deditos en el enchufe -rumié. Aunque sentí una mínima culpa por mis malditos pensamientos.

Bondi sin fondos

11.20. Tomo el colectivo 111 rumbo al Banco para retirar un depósito. Paso por todas las calles de la ciudad, fiel al recorrido de esta línea, pero con la bendición de estar bastante despejado el tránsito.
Observo lo clásico: Viejos que se hacen los dormidos, los boludos, cargados con bolsas gigantes que se las incrustan al que está sentado, con cojeras falsas, peleas entre chofer y pasajero porque a uno no le abrió la puerta en la parada que correspondía, la mitad del bondi enchufado a un mp3 o un ipod o a cualquier cosa que los aleje del presente. En mi caso tenía un libro de Eloy Martínez, «Ficciones verdaderas», un título que bien podría describir a la perfección esta mañana enferma de febrero. Cansada y rendida, cierro el libro y trato de descansar un poco.
Cuando llego al destino final, entro al banco y acto seguido: Cajero, clave, transacción, retirar xxx y ahí nomás, fría como toda  máquina, llegó la respuesta que menos quería ver: No dispone de esa cantidad.
El ataque de furia provocó una ebullición que empalmó a la perfección con la que venía desde temprano.
Después de hablar con la contadora del banco, de explicarme que uno de los cheques fue rechazado (por una tremenda pelotudez), me dice que tengo que retirarlo en la sucursal que tengo la cuenta. O sea, a tres barrios de donde me encontraba.
En fin, que puedo decir, se podría rotular como el típico ‘odio los lunes’, ‘me levanté con el pie izquierdo, derecho, doblado y con un calambre’ y como si fuera poco… eran las 14hs. Y faltaba muuuuuuucho por delante…

Fuerza natural
22.30. Pasaron unas cuantas horas y estoy bastante más tranquila. Luego de meditar, con un yuyo de tilo encima, puedo hacer una evaluación más clara de la jornada. También puedo afirmar que mi estado emocional y el natural están en sincronía. Como en este preciso instante lo puedo apreciar desde mi ventana. Llueve sin parar. Creo que es una pausa ideal para hacer un punto final a esta crónica de un día de furia en la ciudad.

(Autor: Marina Pagnutti)

Written by elthot

febrero 16, 2010 at 2:46 AM

Amores perdidos…

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De la complicidad de un sentido, ese mismo que registra las diferencias abismales entre las sombras y la felicidad, que a simple vista capta el placer maravilloso del ser, el dolor y la melancolía existencial, pudo hallar lo que otros no se animan a ver.
Nunca pensó que el disparo emocional de darle lugar al sentido le provocaría tanto éxtasis y a la vez un inmenso dolor.
Fueron minutos suficientes para desconocer que se estaba frente a la mayor prueba de entrega. Él ni ella entendieron bien que sucedió.
Buscaron respuestas, debatieron por horas…
Entre la confusión, el miedo y dejarse llevar por ese sentido infinitamente multiplicado, avanzaron en un destiempo en el que solo está permitido lo esencial. Una experiencia fantástica de la que muchos se llenan la boca al hablar, pero muy pocos descubren de verdad.
Sincronías, fusiones oníricas, inocencia palpable y un derroche adrenalinico estallaron en sus cabezas. Se puede decir que traspasaron esa línea invisible que marca a fuego la vulnerabilidad del ser.
¿Cómo borrar todo eso?…
Se buscaron, se investigaron, se estudiaron; claro, cuando la mente les daba permiso. Pero se perdían cuando escapaban de ella y comenzaban a sentirse.
Se dieron algo sagrado, natural, sin aditivos ni edulcorantes. Sin fórmulas, ni espejitos, sin prejuicios, ni pretextos. Todo era ideal, como tenía que ser.
Pero con el tiempo, breve pero intenso, pareciera ser que la fogata tuvo sus consecuencias y no pudieron soportar la arrolladora brisa que emana la pasión. Eran inexpertos, creían haber pasado por eso, pero en lo más profundo sabían que jamás habían vivido algo igual. Ese regalo los tomó de sorpresa.
La razón los trajo a la realidad, la misma que sabe anular lo espontáneo, y fue allí que sin saberlo, ambos perdieron, se disolvieron. Quemaron sus cuerpos y las brasas alcanzaron el presente. El temor de enfrentar un futuro incierto y sumergirse en lo desconocido los amedrentó y de manera forzosa el amor se extinguió.
Nunca sabrán que esa cicatriz los acompañará hasta sus últimos días. Ni las extirpaciones circunstanciales podrán reparar ni olvidar lo que pasó.
¿Cuánto más resistirán vivir dormidos?

Autor: MP/ Febrero 2010

Pero no todo está perdido….

Written by elthot

febrero 13, 2010 at 6:19 AM

Entre lo público y lo privado -plataformas que liberan-

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Es evidente que lo gratis en un punto cuesta caro. También sabemos que el exceso de exposición, casi siempre, pende de una delgadísima línea divisoria entre el mundo privado y el público. En los tiempos de la hiperconectividad, plataformas gratuitas y amigos imaginarios, sin darnos cuenta, dejamos en el ‘aire’ o en la virtualidad más de lo que creemos. De ahí viene que nada es gratuito, que por lo general hay un interés, un tiempo de prueba y una inmensa curiosidad ingenua. ¿Sabes qué información das y qué hacen con ella?
Una nueva opción se suma al ofrecimiento de las vitrinas expositoras (claro, sí querés), lo que pensás y lo que te gusta (o no), para luego definir más tu perfil de gustos e intereses (para los otros y el virtualhunter furtivo), y para que seas más consciente segundo a segundo de lo que estás PENSANDO. Algo, sin lugar a dudas elemental para integrar el mundo link. Y digo, ¿por qué tanto culto al pensamiento efímero? Es cierto, trae sus ventajas, ¿pero tan importantes son los pensamientos agolpados durante las 24hs.?

Cuantos más espacios se generan para identificar tu rol, aumenta la despersonalización, como ser: Frases célebres, libros escritos por otros, fotos sacadas por fotógrafos fugaces, reconocidos y autodidactas, letras de músicas que te gustan (que te identifican, pero no son tuyas). Ok, es verdad, dan un pantallazo de lo que consumimos. Pero, ¿eso somos?, O simplemente ¿son plataformas para liberar el Yo?. En fin, en un punto creo (pienso) que sí.
Y a propósito, para seguir indagando en el tema, les dejo un explicativo del nuevo servicio de Google. El Sr. Buzz y los cinco puntos para funcionar de entrada con él.

Ver 5 claves de Buzz Fuente BBC
Buzz y los beneficios para periodistas

Written by elthot

febrero 11, 2010 at 1:55 PM