ESPACIO THOT

Un espacio de reflexión, información y cuando se puede un poco de humor – Por Marina Pagnutti.

Archive for marzo 2011

Sin techo 2.0: Cómo mendigar por Internet

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Un juego permite pedir limosna en la web. Cómo funciona «la mendicidad virtual».

Por Marina Pagnutti (*)

Para muchos, mendigar por la ciudad puede resultar muy lucrativo. Pero, ¿por qué no aprovechar las oportunidades que ofrece Internet para pedir limosna? Esa fue la pregunta que se hicieron los dos indigentes que forman el dúo Lazy Beggars (mendigos, vagos) que integran el polémico juego online llamado mendigogame.com y que ya suman en su perfil de Facebook miles de seguidores.

Los Lazy Beggars reciben donaciones virtuales de internautas de todo el mundo vía PayPal, haciendo que su vida en la calle sea más llevadera. El tema es que estos «sin techo» por lo general destinan las ganancias en comida, alcohol y algunas rarezas. Y con extrema ironía presentan en el sitio web sus necesidades, como sacos de dormir, elementos para afeitarse o incluso una ducha, entre los pedidos más normales.

Con esta particular iniciativa, ahora las personas carenciadas están expuestas en las redes sociales, a la vista de todos, en un espacio al alcance de aquel que por unos minutos quiere ser uno de ellos, aunque sea por diversión.

Dicen Marius Follert y Niels Wildung, creadores del juego, que la plataforma ayuda a concientizar sobre las necesidades de los que viven en la calle. «Nuestros jugadores se ponen a diario en la piel de personas sin hogar, haciéndose pasar por Lazy Beggars. De esta forma conseguimos acercar a nuestra comunidad la realidad de los ‘sin techo’ y sensibilizar a nuestros usuarios acerca de sus necesidades», explica Follert, inventor de Mendigogame y CEO de Farbflut Entertainment.

La onda expansiva que generan las redes sociales sirven de canal para hacer visibles a las personas sin hogar. Y mientras que en España la Fundación Arrels’ cuenta en Twitter cómo es el día a día de un indigente, los creadores de mendigogame dicen que el proyecto sensibiliza a millones de internautas acerca de estos problemas.

Follert y Wildung, iniciaron el juego como un hobby, y luego crearon el videojuego con el fin de mostrar la cruda realidad de estas personas tan invisibles en las grandes ciudades.

El objetivo del jugador consiste en convertir a su alter ego virtual -un mendigo sin hogar- en millonario mediante diversas actividades como luchas ficticias, la recogida de chatarra, donaciones virtuales o el aprendizaje de un instrumento musical.

¨El personaje acabará siendo el propietario del Estadio Monumental de Buenos Aires, el Palacio Real de Madrid o el Buckingham Palace de Londres. El juego no pretende reproducir fielmente la realidad, sino ofrecer un punto de vista más bien irónico sobre la vida de los indigentes», cuenta Follert.

A su vez, Wildung afirma que el emprendimiento genera grandes beneficios. «Por un lado, el apoyo económico mediante campañas de donativos a ONG´s en las que hemos involucrado a la comunidad del juego y, por el otro, permitirles salir de la invisibilidad a la que estas personas y sus dificultades están expuestas», finalizó.

Desde la proliferación de videos en Youtube, Facebook y Twitter exponiendo la vida de los indigentes que luego consiguen trabajo o se reencuentran con sus familiares perdidos, más la creación del juego que los tiene como protagonistas; cabe preguntar cuál es el rol que cumplen las redes sociales respecto a los temas más urgentes.

«Los casos de reencuentros entre personas en situación de calle y sus familias a través de Facebook no hacen más que demostrar la capacidad asociativa de este tipo de redes. Fácil, horizontal y gratuito, un mensaje en la red social puede llegar más rápido a aquellos lugares donde el Estado se comporta como un elefante burocrático», explica a Perfil.com el filósofo Dante Augusto Palma.

Sin embargo, para Palma el juego minimiza el problema social. «Si vamos a pensar que las redes sociales serán la solución para muchos de los excluidos socialmente pecaríamos de ingenuos. Sin ir más lejos, un juego como el de mendigogame, además de caracterizarse por un cinismo atroz, no hace más que trivializar una problemática económica, política y social, presentando la necesidad de cirujear como una decisión individual que transcurre por los carriles de la lógica acumulación capitalista», culmina.

En cambio, para la socióloga Susana Finquelievich, difundir una causa social en las redes sociales logra despertar debates. «Internet permite penetrar en un tejido social mucho más difundido, dentro del recorte de la población conectada -un 60% en la Argentina actual-. Es un instrumento, no humaniza. Sólo difunde e interconecta a las personas a un nivel de alcance y velocidad no conocido previamente en la historia humana», señala.

Por último, Finquelievich sostiene que «el juego no sensibiliza», más bien usa a los mendigos como contexto y punto de partida de una lucha por la supervivencia, el poder, el dinero.

Ver nota Perfil.com
(*) Especial para Perfil.com / Publicado  25/3/2011



TINA

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Era muy temprano. Tan cerca del amanecer que ninguna de las dos sabía que emprenderíamos una travesía que modificaría nuestras rutinas.
Solo bastaron unos cuantos pasos para conocernos y acompañarnos en silencio.
De repente, en medio de un paisaje único, de colores naturalmente engamados entre la vida sólida y acuática, se acercó.
Una miradita tímida, pero profunda, de esas que al verlas irradian historia, mucho recorrido y algún dolor. Y no pude con mi genio. La acaricié. Solo un suave roce con mi mano por su cabeza fue suficiente para que me regale su tiempo y nos demos un intercambio de favores.
Cuatro patas -una de ellas levemente inclinada por alguna que otra escapada o travesura-, unos pelillos blancuzcos por su rostro, orejas alertas y un andar desprolijo y resistente fueron de guía. Era tal el aguante que los 9 kilómetros que separan Valizas de Cabo Polonio se hicieron más llevaderos para ambas.
Cruzamos toneladas incalculables de arena fundiéndose por nuestras uñas, pezuñas, y pieles. Nos caímos, nos corrimos, jugamos, nos escondimos y nos encontramos.
Obvio que cuatro patas valen más que dos, y por eso Tina siempre me alcanzaba más rápido. No solo me ganaba a mí, sino a la vida con sus largos 14 años. Un poco más de nueve décadas humanas de transitar médanos y mar. Pura pasión animal.
Actos que liberan mi mejor esencia y me derriten de ternura.
Pienso en como el amor, y todas sus formas, me sigue sorprendiendo. Confianza y compañía a cambio de nada, simples actos para compartir recuerdos, momentos, necesidades, afecto y ternura. Ingredientes que prolongan los deseos de permanecer en esta maravillosa aventura que es la vida. Detalles que alargan la existencia de cualquier mortal.
Seis patas y una idea: llegar al Cabo.
¿Pero ese era el principal objetivo? En los papeles sí. Pero fue otro. El destino nos tenía preparado algo que no sabíamos: Conocernos y seguir aprendiendo.
Confieso que en un momento me sentí mal. Después de experimentar la entrega desinteresada, una vez más Tina mostró lo que puede hacer alguien de su condición. Magia.
Superamos la prueba, llegamos al Cabo, fuimos al Faro, caminamos por las piedras, hicimos nuestras paradas técnicas, recuperamos energías, nos hidratamos, nos alimentamos y escuchamos el silencio por largas horas.
Y después lo de siempre. Entender que la felicidad está en esos momentos únicos que alguien te regala. Esos instantes que no sabés cuando regresarán, pero que percibís cuando se van, y que nuevamente recobras amnesia antes de que vuelvan a llegar.
Le dije a adiós a Tina, y sufrí. Lloré por dentro.
No podía llevármela y eso me desmoralizó. Después de semejante odisea, de protegerme y mostrar su peor malhumor si alguien se me acercaba, tenía que dejarla en su lugar. Me sentí mal y no viene al caso explicarlo, pero ni bien me alejé comencé a extrañarla.
A vos Tina, te doy las gracias por regalarme tu energía. Gracias por caminar por la orilla del mar, por mostrarme que siempre es mejor dar sin pensar que recibir, aunque suene cursi. Gracias por entregarte, por cuidarme, por permitirme acercarme en esas horas en las que el sol tímidamente nos da la bienvenida. Ojalá encuentres otros seres que te hagan vivir momentos plenos, como los que vos sabés regalar.
Tan lejos pero tan cerca. Así siento que estás y seguirás en mí.
Hasta el próximo encuentro. Chau / Guau.

MP.

Written by elthot

marzo 24, 2011 at 4:41 PM

Juguetes para olvidar

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Lo deseaste tanto que finalmente llegó. Sí, ese mismo objeto que un día recibiste y que largo tiempo imaginaste está frente a vos. Pasaste horas creyéndolo en tus manos, en cómo y de qué forma lo recibirías. Soñaste, proyectaste y planeaste en lo que harías en el preciso instante de tocarlo.

Pero ese día llegó y el objeto del deseo se materializó y lo acariciaste. Fue tu tesoro, solo tuyo.

Luego paso un tiempo. Te embelesaste, te sentiste feliz, e irradiaste plenitud por tenerlo entre tus dedos. Pero después de saciar esos deseos reprimidos, de manipular de manera desaforada el objeto hasta el hartazgo, de cuidarlo por momentos, comenzás a mirarlo con desdén por haber sufrido en su espera; y un día, de repente, no lo querés más. Decidís que no lo necesitás más en tu vida y lo dejás tirado por ahí.

Raros son los períodos de ansiedad y sus intensidades. Extraña es la duración de la satisfacción y el deleite. Tan caprichosa como volátil.

Creíste en todo eso. Aceptaste lo falso, lo plástico, y por un tiempo te confundiste. Pero no por mucho, porque viste que el modelo es tan bello como defectuoso, y entendiste que la perfección es puro cuento. Como el de Cenicienta, que en realidad no fue tocada con la varita mágica, porque su realidad era otra. Su mundo perfecto provenía más de una alucinación fruto del consumo de un vaso cargado de GHB. Un éxtasis líquido, efímero, que duró 24 horas. El mismo efecto que para muchos puede durar 24 noches, 24 meses o 24 años. Todo depende de la calidad del éxtasis y de cómo interpretes la novela. Ella duró poco.

Creciste. Te golpeaste y golpeaste.

Por un momento, presa de la corriente del tsunami consumista que todo lo devora y aplasta, dudaste entre ser una inadaptada o una perpetua boluda destinada a lavar tus platos y los ajenos. Un combate entre uñas largas y guantes de seda, que solo duró un breve y pequeño pleito interno que de rosa fundió a negro.

Y sí, ¿quién dijo que los manuales de instrucciones son confiables? Acaso,  ¿alguna vez un papelito con instructivos fue de gran utilidad?

Odio los manuales en todos sus formatos. Ni hablar de los catálogos de origen, esos que te insertan en tus primeros años, y que con el tiempo tenés que quemarlos por obsoletos. Incinerarlos con el fuego de la experiencia adquirida a los tumbos.

De la ingenuidad mancillada a la inocencia encapsulada. Del estereotipo roto a la recolección de pedazos. Todo es pura antropología mental.

El dilema de desear tanto un objeto, es tener que soportar verlo después en la basura. Y una vez en el tacho poder reconocerlo con la misma intensidad que antes lo anhelabas.

Eso, ¿Lo podés aceptar?

Texto y foto MP.
Crónicas de una normal inadaptada (14)

Destiempos

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Están cerca, y a la vez a kilómetros de distancia.
Se conocen, pero son como extraños.
Intimaron, pero bordean la superficie. Una capa tan fina como impenetrable que los intimida a tal punto de la inacción. Temen porque no saben jugar. Desconocen las reglas, si es que confían en que ellas existen.
Se miran, se esquivan. No se ven.
Extraños conocidos.
Conocidos que se extrañan.
Deseos en el medio de la nada.
Deseos desechados, desperdiciados, regalados.
Deseos inconclusos, inacabados, rifados.
Quién sabrá el valor de tus deseos. Quién conocerá el valor de mis deseos. Quién sabrá…
Perfumes que develan una identidad que necesita ser hallada.
Sueños, desvelos y una revolución que lacera y carcome lo que ya no queda por quemar.
Un orificio imperceptible al ojo, que de encontrarse, hallaría el tesoro más preciado. Cerrar la fisura por donde se fugan las micropartículas de furor explícito.
Uno, diez, miles, millones de seres desconocidos que sienten lo mismo.
Desconocidos que viven lo mismo.
Conocidos que no cuentan lo mismo, pero que viven antes, durante, o después algo parecido que no quieren contar.
Tiempos de gritos silenciados, de verborragias internas y reservas expuestas.
Un momento sin tiempo
Un destiempo en su camino
Un momento
El momento.



Autor: Crónicas de una normal inadaptada (13)

Written by elthot

marzo 7, 2011 at 8:31 AM